24 agosto 2006

El asesinato de Richard Nixon


Samuel J. Bicke es un tipo corriente, como tú y como yo, que no tiene muchas aspiraciones. Su pequeño mundo se componía de una familia, mujer y dos niñas, y un trabajo, en el taller de su hermano. Pero Samuel, como tú y como yo, a veces tiene la tendencia de dejarse llevar, y aspirar a cosas que no están a su alcance. Descuida su matrimonio y acaba sin hablarse con su hermano, dejando su empleo. Y lo que era un mundo en el que vivir, se convierte en una realidad que superar. Se separa de su mujer, se dan un tiempo para pensar en su relación, y decide buscar trabajo, comercial en una pequeña empresa de muebles de oficina.

Parece que va remontando, que vuelve a tener un horizonte que disfrutar, pero no. Su mujer cada día tiene más claro que no puede vivir con su inestabilidad. Y en su trabajo tratan de convertirlo en un vendedor que no es. "Aprende de él", le dicen señalando a Nixon. "Se vendió ante los americanos como el hombre que nos sacaría de Vietnam, y no sólo no lo hizo, sino que luego, a pesar de mentirnos, fue capaz de salir reelegido". Samuel J. Bicke empieza a caer en picado.

Se plantea volver a dejar el trabajo, montar un negocio con su amigo... vuelve a las andadas. Está seguro que su mujer se ve con otro... se derrumba. Asume el rol de perdedor, aquel que sabe que está avocado a no salir adelante en nada que se plantee. El asesinato de Nixon es un excusa, para justificar su existencia, para rebelarse contra su frustración. Es un intento por destacar y culpar al mayor mentiroso. Es un drama cotidiano, de gente corriente, como tú y como yo, que no encuentran salida a su vulgaridad ni fácil solución para los problemas del día a día.